Todo comenzó hace varios años atrás; tras poblarse el sector de Palguín Bajo, con nuevas familias indígenas que no eran de este lugar. Todo parecía tranquilo y un muy buen lugar para echar raíces; pero nadie sabía lo que este paraíso como le llamaban aquellas personas, les tendría preparado.
Luego de unos meses un joven de la familia Antimilla (Sol de Oro), llamado Nahuel (Puma o León) descubrió una laguna que no se encontraba muy lejos de su hogar. Asombrado por la belleza le contó a sus familiares y vecinos el hallazgo que había hecho.
Esta misteriosa laguna tenía cosas en particular, verde paisaje que la rodeaba, era hermoso, pero el fondo y la orilla eran muy tenebrosas.
Caminando un día el joven mapuche se encontró con un trabajador que vivía cerca de su casa, pero ya pronto se marcharía. Este hombre le contó que no se acercara a esa laguna porque ocurrían cosas misteriosas y le dijo que su amigo había desaparecido y que nunca nadie lo volvió a ver. Este por supuesto no le hizo caso y continuaron visitando el lugar.
Pronto el sitio comenzó a ensuciarse con desechos, que dejaban los visitantes, también sufrió la tala de árboles, sin darse cuenta de que lo peor ya estaba por llegar. Un día mientras disfrutaban de un baño, uno de los amigos de Nahuel sintió que algo le había tocado una de sus piernas, pero no le dieron importancia, cuando de pronto sintió que lo sumergieron en el agua. Sus amigos se reían, pero al ver que su amigo no se asomaba, comenzaron a buscarlo, pero el agua era muy oscura y por ello no se veía nada. No habiendo encontrado el cuerpo de su amigo, nuevamente volvieron a bañarse al lugar sin hacer caso a la primera advertencia que le habían dado.
Mientras los demás se bañaban, Nahuel fue a buscar una toalla, pero no estaba en el lugar que lo había dejado. Lo buscó y lo encontró por el otro lado del lago, pero al momento de entrar en él, para sacar la toalla del agua, ésta se comienza a agitar, produciéndose cada vez un remolino más grande y por el centro comenzó a asomarse una mujer hermosa, de modo que cualquier hombre quedaría encandilado con tal belleza, pero de pronto, se dio cuenta de que no era una mujer sino que se trataba de una sirena. Con mucho temor le preguntó ¿quién eres? Y ella le contestó furiosa; yo soy protectora de Curilafquén (Laguna oscura). Ustedes no son de esta tierra, cómo se atreven a ensuciar y cortar los árboles que pertenecen a la madre naturaleza, acaso no saben que cualquier ser viviente depende de ella.
El joven asustado le contestó, yo soy consiente de lo que hice, todos nos encantamos con este hermoso lago y además nadie tiene el derecho de meterse en otros lugares y hacer lo que se le antoje y eso fue lo que hicimos nosotros. Por favor, te imploro que me perdones la vida, no quiero que me hagas lo que le hiciste a mi amigo. La sirena le contestó, te voy a dejar con vida, si me prometes que cuidarás de este lago. Nahuel haciendo caso a todo lo que la sirena le decía, prometió: cuidaré este lugar y también mis hijos y los hijos de mis hijos.
Dicen los que conocen la leyenda que los espíritus de estas personas aún siguen manteniendo el orden y la limpieza del Lago Curilafquén
Autor: Luis Adolfo Antimilla Ñanco
Escuela: José Martínez Soto, Palguín bajo
Curso: 8vo. año
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